En su última escapada a las Islas Cíes, una de las joyas naturales más impresionantes de Galicia, la protagonista de esta historia decidió llevarse más que recuerdos: inmortalizó su experiencia a través de decenas de fotos de cíes que capturan la magia única del archipiélago. Hacer muchas fotos no fue simplemente una cuestión de afición, sino una forma de preservar instantes irrepetibles en un entorno de belleza salvaje y serena.
Desde el momento en que el barco partió del puerto de Vigo rumbo a las islas, la cámara (o el móvil, en este caso) se convirtió en el mejor compañero de viaje. El trayecto en sí ya ofrecía postales memorables: el reflejo del sol sobre el mar, las gaviotas acompañando la travesía y la silueta inconfundible de las islas acercándose en el horizonte.
Una vez en tierra, la primera parada fue la playa de Rodas, reconocida internacionalmente como una de las más hermosas del mundo. Con su arena blanca y fina, y sus aguas turquesas, resultaba imposible no capturar cada ángulo. Cada fotografía reflejaba el contraste perfecto entre el mar y la vegetación que cubre los montes, y muchas de ellas fueron tomadas simplemente caminando descalza por la orilla, sin prisas, dejándose llevar por la calma del lugar.
El paseo por los senderos también fue una fuente inagotable de imágenes. La ruta hacia el Alto do Príncipe ofrecía vistas panorámicas que invitan a detenerse y contemplar el entorno en silencio… y, por supuesto, a sacar la cámara. Desde lo alto, las imágenes mostraban la unión natural entre las islas Norte y del Faro, con el océano extendiéndose hasta perderse en el horizonte.
Además del paisaje, hubo espacio para detalles más íntimos: las sombras entre los árboles, las aves descansando en las rocas, los reflejos del agua en movimiento. Cada fotografía contaba una pequeña historia, y al final del día, el carrete digital estaba lleno de recuerdos tangibles.
Volver de las Cíes con tantas fotos fue, en realidad, una forma de traer un trozo de ese paraíso a casa. Más que un simple álbum, se convirtió en una colección de momentos que capturan la luz, el color y la paz de un lugar que deja huella. Y aunque las imágenes no sustituyen la experiencia real, sí permiten revivirla una y otra vez.