Caídas en ancianos: ¿cómo las nuevas tecnologías reducen su peligrosidad?

Las caídas son una de las grandes amenazas para la salud de ancianos. Se estima que la mitad de las personas mayores de ochenta años sufre este accidente una vez al año. Gracias al desarrollo de acelerómetros en miniatura, instalables en relojes, pulseras y wearables, se ha logrado aumentar la seguridad y bienestar entre los miembros de la tercera edad. De ahí que un número creciente de sus usuarios se interese por los dispositivos de teleasistencia precios.

Por motivos fisiológicos, las personas de edad avanzada son más propensos a caerse y a sufrir lesiones de gravedad. Su impacto en la salud física y mental del anciano puede ser crítico. A las lesiones articulares y los esguinces se suman las fracturas de muñeca, cadera, pelvis y un largo etcétera de daños que pueden impedir su vuelta a la normalidad.

Desde un punto de vista económico, el riesgo de caídas es costoso, por la necesidad de invertir en cuidadores y la alta dependencia que hacia ellos adquieren los adultos mayores.

Las nuevas tecnologías permiten reducir la vigilancia sobre el anciano y proporcionarle una mayor independencia. En particular, los sensores de detección de caídas alertan a familiares, amigos y servicios de emergencia cuando se produce este accidente, sin importar que suceda fuera del domicilio particular. Esto es posible gracias al uso combinado de un acelerómetro, un localización GPS y una conexión a la red móvil.

Aunque el riesgo de caída no desaparece, la gravedad de sus efectos puede mitigarse en aquellos usuarios que dispongan de un dispositivo de teleasistencia. La oferta disponible se ensancha por momentos: pulseras, relojes, aplicaciones móviles, etcétera, con las que ganan en tranquilidad no solo los ancianos, sino también sus allegados.

Además de portar estos dispositivos, se recomienda diseñar un entorno seguro, calzar zapatos con suela antideslizante, evitar la sobremedicación y ayudarse con bastones o andadores en sus desplazamientos diarios.